El peso de encajar en nuestro propio perfil

Cuando abrí mis redes sociales para el blog, una de las cosas que más trabajo me costó  fue hacer los perfiles de Instagram y facebook. Todos los perfiles que leía eran extremadamente claros en qué venden o quiénes son, para mí fue muy complejo decidir qué poner en esos pequeños espacios, ¿quién hablaría: la mamá, la empresaria, la hija, la esposa, la amiga, la Yose acapulqueña, chilanga o tehuacanera?. 

Con el tiempo descubrí que tenemos que darnos permiso de NO enfrascarnos en nuestros propios títulos, es decir, si creemos que somos sólo eso que nuestros perfiles en redes sociales dicen, nos quedamos muy cortos en las experiencias que podríamos vivir y  en las que podríamos aportar. Pero más allá de las redes sociales, también nos pasa en nuestros “todos los días”, de tanto en tanto nos colocamos títulos que si bien nos ayudan a ir moldeando nuestro autoconcepto, también puede convertirse en una cárcel. Es decir, ¿por qué no irnos dando permiso de que nuestro autoconcepto se vaya reinventando conforme a lo que nos acomoda?; y es que, intentar autodefinirse de forma definitiva no hace más que limitarnos,  nos auto nombramos necios, deportistas, sociables, reservados, explosivos, guapos, flojos, etc. y cuando queremos salirnos de nuestra forma tradicional de actuar, resulta que esos “títulos” nos limitan, son como sentencias que nos hemos impuesto, porque todo, absolutamente todo lo que no se renueva, se convierte en una carga. Es cierto que tenemos una personalidad y un carácter y que ser tal cual somos es una de las bases para ser felices, pero creo que cuando convertimos esa autodefinición en un freno, lejos de ayudarnos a crecer, nos destruye. Lo que quiero decir es que para fines de este artículo, no importa si nuestro autoconcepto es bueno o malo, porque éste no es definitivo, podemos moldearlo, ajustarlo a lo que nos vamos convirtiendo. Por otro lado, ojo con que nuestro autoconcepto sí sea propio, es decir, quizá nos hemos dejado llevar por lo que los otros ven y nos auto definimos bajo esos preceptos.  El peso de encajar en nuestro propio perfil puede ser muy grande porque  al autoconcepto se le suman la imagen que tienen los demás de nosotros más lo que no nos hemos atrevido a mostrar, estas tres cosas, solo para empezar, pueden ser las razones por las que no nos atrevemos a volar.  Podemos ser mucho más de lo que nuestros perfiles encasillan, una vida es suficiente para tener más de una pasión o para explorarla desde distintos ángulos. Tal como en otros escenarios, los límites los ponemos nosotros mismos. 

Como ejemplo de lo nocivo que puede ser encasillarse se encuentran los casos de suicidio entre los influencers, y es que, mantenerse fiel a lo que los seguidores quieren, aunado a una vida que no empata exactamente con las fotos con filtro puede ser una bomba de tiempo. Para aquellos que no estamos tan involucrados en redes, también puede ser agotador embonar en cualquier molde, ya sea propio o ajeno. Por eso creo firmemente que nos tenemos que dar permiso de explorar cada ángulo que deseemos, no  construyamos nuestros propios límites alrededor de  lo que un día nos gustó, de los que un día creímos o de lo que un día dijimos, cualquier cadena puede ser perpetua si  permitimos que así sea. 

Quizá el perfil más saludable sea el que termine con la frase: “en construcción”. sobre esa premisa, podemos ser lo suficientemente flexibles para adaptarnos a lo que nos vaya haciendo felices y no a lo que se espera de nosotros, ni a lo que nos hemos autoimpuesto. La realidad es que todos estamos en  construcción.

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