La inspiración necesita hibernar

la inspiración

Lo que podemos aprender de la hibernación para superar el bloqueo creativo 

En muchos de mis escritos pasados he abordado el tema de la constancia para crear, les he contado suficientes veces que para escribir hay que escribir, que la inspiración te encuentra trabajando o que cada pasito que nos damos hacia esa meta que parece lejana nos acerca más a ella. Todo eso es cierto, pero hoy les cuento sobre que hasta la inspiración necesita un respiro. 

Desde que inicié este espacio de escritura, no me había dado un respiro para dejar de escribir.  En primer lugar, porque me encanta y en segundo lugar porque sí estoy firmemente convencida que nos formamos un paso a la vez; así que escribí diariamente por tres años; muchas cosas que escribí no las publiqué y otras fueron todo un éxito, pero todos los días escribí por 3 años consecutivos. Hasta que de pronto, se me fue la inspiración. Las hojas en blanco se postraron frente a mí como si nunca hubiera escrito nada en mi vida, y no tenía ni temas que abordar ni interés de buscarlos; un día trajo al otro y cuando me dí cuenta, mi último escrito en mi blog se publicó en enero y ya estamos en septiembre. ¿Qué pasó?

Me pasó lo que se conoce como el bloqueo creativo, que significa que en pocas palabras que se me fueron las ideas; sucede que el bloqueo creativo es una barrera que te impide generar ideas o soluciones; es bastante común y está asociado al miedo, al fracaso, a la presión por producir resultados, o la falta de inspiración. En mi caso fue todo eso y… añadiría la distracción por un nuevo amor: el yoga. Lo comparo con la etapa del enamoramiento, no piensas en otra cosa y cuando menos sientes, ya te alejaste de todo lo demás. Pues así la cosa, sufrí de bloqueo creativo y cuando quise remediarlo con mi método de “hazlo de todos modos”, no funcionó, ningún escrito me salía bonito ni decía nada en realidad. Resulta que tal como he comparado la inspiración con un músculo que mientras más lo trabajas se hace más fuerte, descubrí  que ésta también necesita descansar, recibir masajes y hasta ir con el fisioterapeuta (que en el caso de la inspiración se llama meditación). Pues bien, así lo hice, y me relajé…solté la cuerda, asumí el bloqueo, dejé de pelear contra él y me senté a meditar, a hacer yoga, a ocuparme de mis hijos, mi casa, mi marido y a aprender a soltar lo que fue.  En eso estaba cuando me hizo todo el sentido del mundo que tal como nosotros, la inspiración necesita respirar, es decir, necesita llenarse de cosas del mundo exterior (inhalar), mezclarse con el mundo interior y expulsar lo que debe irse (exhalar); cuando estamos más conscientes de este proceso natural de inhalar y exhalar, podemos incluso contener (ideas, momentos, emociones) para dejar adentro lo que se tenga que quedar, y soltar en la exhalación lo que tenga que salir. Así que efectivamente, mi proceso creativo hizo un alto en el camino, aprendió a hacer pranayama y está listo para retomar con nuevos bríos la escritura.  

Mientras eso sucede, me pareció inspirador leer sobre la pausa natural más conocida del reino animal: la hibernación. Por definición es  “un tipo de proceso natural en el cual la actividad biológica del organismo se suspende de forma temporal”. Seguramente te vienen a la mente los grandes osos en sus cuevas invernales, pero la rana y ciertas especies de tortugas se llevan las palmas; resulta que ante las altas temperaturas, las ranas dejan de respirar y su corazón se para por completo, incluso se forman cristales de hielo en su sangre; buscan troncos, madrigueras u hojas secas y se quedan ahí hasta que llega el verano. En cuanto a las tortugas, algunas especies cavan madrigueras subterráneas durante el invierno, reducen su frecuencia cardiaca y dejan de respirar completo; sin embargo, no dejan de recibir oxígeno porque lo absorben a través de la piel. No cabe duda que los humanos tenemos tanto que aprender de la naturaleza…

Pues así la cosa, si te surge un bloqueo creativo dale un respiro e hiberna, reduce tu actividad y la inspiración llegará; pero como no podemos hacer lo de la rana, es decir, solo algunos humanos muy privilegiados pueden darse el lujo de confinarse para hibernar; sugiero que hagamos lo de la tortuga, seguir recibiendo lo que el universo nos mande aún cuando estamos bajando la revoluciones por minuto. Leamos, durmamos, cantemos, bailemos, sentémonos con nuestras familias y amigos, y así como el oxígeno le llega a la tortuga por la piel, nuestro espíritu se llena de vida  simplemente viviendo. 

Te prometo que un día, cuando menos lo esperes, tendrás ganas de volver eso que dejaste de hacer y que tanto amas. 

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