
Se dice que la creatividad es sinónimo del pensamiento original. ¡Qué difícil es crear cuando nos ponemos en los hombros el peso de tener que ser original! Yo creo que podemos ser creativos siendo auténticos. ¿Qué tal si no nos preocupamos tanto por ser originales, y mejor nos enfocamos en ser nosotros mismos; nada fácil en tiempos de redes sociales y filtros. Aunque parezca cliché, si partimos de la base de que todos somos diferentes, seremos siempre auténticos en la medida que alimentemos nuestro propio criterio y eso, sin buscarlo, nos llevará a ser únicos.
Empecemos por la materia elemental para crear: la idea. ¿De dónde vienen las ideas?, ¿aparecen de repente, o nos surgen todo el tiempo?, ¿tiene sentido tener ideas que no llevaremos a la práctica?, ¿vale la pena aferrarse o es mejor soltar las ideas que el mundo dice que no sirven?, ¿dónde está la diferencia?. Para mi las ideas están hechas de un material moldeable, se estiran, las hacemos bolita, las aplanamos; las vamos cortando o las desechamos, de acuerdo a cómo se va desarrollando en sí misma. Por eso creo que el proceso creativo tiene mucho de aleatorio, es decir, una idea puede llegarnos de modo repentino o irse moldeando con el paso del tiempo; pero para que tenga forma fuera de nuestra mente, me parece que sí deben cumplirse ciertos requisitos; por ejemplo: debemos dominar el tema; podemos tener la idea de viajar por el tiempo, pero no dejará de ser una teoría a menos que nos preparemos sobre cómo lograrlo; otro elemento imprescindible es la experiencia, mientras tengamos experiencias que hagan sentido con la ideas que tenemos, será más factible que nuestra idea florezca. Y cuando digo experiencia no me estoy refiriendo necesariamente a tener años de expertise, sino a vivir; a ver, oír, leer, platicar, viajar, comer, compartir en la vida real, -no a través de los dispositivos por realistas que parecen las experiencias virtuales-, sino a la vida que nos creamos con cada elección que hacemos; a qué o a quiénes les dedicamos nuestro tiempo y nuestra mente es lo que alimentará la materia de donde nacen las ideas y por ende de nuestro proceso creativo. A larga la suma de experiencias y conocimiento, ayudarán a formar nuestro criterio que a su vez, nos permitirá aportar de forma única en el mundo. Por eso creo que la creatividad está sobrevalorada, porque pareciera que ser creativos es algo que aparece de repente, lo mismo que la inspiración, y no siempre es así. Conectar con el mundo, con la gente, con nuestras experiencias y con nuestra intuición es el origen de las ideas, pero eso es solo el principio.
Sin embargo, en ocasiones debemos escuchar nuestra intuición y acumular experiencias y conocimientos sobre la marcha en pro de ver materializada una idea. Como parte de mi vena emprendedora, fundé hace más de 20 años, un salón de spinning en la CDMX con mi hermana, esta disciplina estaba de moda; ambas habíamos tomado clases en dos o tres ocasiones, así que cuando nos topamos con un local bien ubicado, nos surgió la idea de abrir uno. En este sentido, nuestra experiencia (haber ido a estos lugares) sembró la semillita de la idea; sin embargo, no sabíamos nada sobre dar clases de spinning, tuvimos que aprender, certificarnos, hacer un plan de negocios, idear las audiciones para los instructores, el lugar, los horarios y las clases al aire libre como publicidad. Definitivamente la idea floreció; pero para ser creativas tuvimos que salirnos del molde y ofrecer elementos diferenciadores, como espacio para que los niños esperaran a sus padres o bandas para medir la frecuencia cardiaca para cada participante. No es que encontráramos el hilo negro, pero nuestra oferta estuvo enfocada desde nuestro punto de vista y por eso nos ganamos un lugar en el mercado. La experiencia me dio valor, pero también me enseñó que no solo se trata de ser creativos, otro asunto es mantenerse vivos con esa creatividad, y para eso se requiere constancia y disciplina.
Ahora con el blog, comprendí mucho mejor que si esperamos a que la inspiración nos llegue para crear, es probable que se nos pase la vida; para escribir por ejemplo, la inspiración me llega a través de una idea surgida de lo que voy experimentado, pero no es hasta que me siento a escribir que en verdad sucede la magia.
Si me preguntaran hoy en día ¿de dónde viene la creatividad?, diría que de vivir y de trabajar; vivir para tener ideas y trabajar por ellas para que no solo vean la luz, sino que se mantengan.