El susurro del pez

Un mito sobre el origen del Hatha Yoga y lo que tiene que ver contigo.

Hace mucho tiempo, cuando los ríos aún no recordaban su nombre y el cielo era un espejo del mar, vivía en las profundidades del océano un pez llamado Mina. No era un pez común: había en él una pregunta que no lo dejaba dormir. Quería saber quién era, más allá del movimiento constante de sus aletas y el vaivén de las corrientes.

Una noche, mientras nadaba en solitario, una gran ballena lo engulló. Dentro de aquel vientre oscuro, Mina quedó rodeado de un silencio tan profundo que parecía contener todos los sonidos del mundo. Allí, sin espacio para huir, comenzó a escuchar su propia respiración, el ritmo suave de su cuerpo, el eco de su corazón.

La danza del universo 

En ese mismo instante, en otro plano de existencia, el universo danzaba; la danza fusionaba al movimiento con la respiración y permitía la cabida del silencio construyendo la creación. De esa danza nacieron los principios del equilibrio, de la unión, del ritmo que sostiene toda vida.

Entre esas vibraciones sutiles, una voz —no humana, no divina, simplemente eterna— comenzó a susurrar el lenguaje del cuerpo y del alma: la quietud, la respiración, la conciencia.

Y desde las profundidades del océano, el pez Mina escuchó. Su corazón comenzó a moverse al compás de ese ritmo invisible, y sin saberlo, empezó a practicar el arte de unir el cuerpo con el aliento, la fuerza con la calma.

El despertar 

Mina se estiró, respiró, se dobló, permaneció inmóvil. Sin conocer teoría ni maestro, estaba descubriendo lo esencial del Hatha Yoga: el equilibrio entre acción y reposo, entre la energía del sol y la serenidad de la luna. Estaba comprendiendo el balance.

Con el tiempo, su cuerpo se volvió ligero como la luz y fuerte como la marea. La ballena, sintiendo aquella armonía, lo liberó, y el pez emergió hacia la superficie del mar convertido en un ser despierto, consciente, en paz con su propia naturaleza.

La enseñanza eterna 

Así nació, según la leyenda, el primer maestro del Hatha Yoga. Un ser que comprendió que la unión no se alcanza con esfuerzo, sino con experiencia, desapego y paciencia.

Desde entonces, el yoga pertenece a todos los que desean reconciliarse con su propio silencio y recordar, a través del cuerpo, de la respiración y de las pausas, la sabiduría que siempre estuvo dentro.

Reflexión final 

¿Qué tiene que ver contigo el cuento? Que no importa donde estés, -incluso quizá estás dentro de la ballena-, en la profundidad de tu ser habita la respuesta que estás buscando; incluso quizá sólo seas capaz de oírla cuando más “atrapado” te sientas; cuando todo se derrumba. Todos somos Mina pero no lo sabemos. Tal vez esto es lo que el cuento tenga que enseñarnos: hasta que dejamos de huir encontramos el balance.

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