Querido Ego:
Te escribo esta carta para que aclaremos las cosas; te necesito en mi vida, pero necesitamos hablar, cambiar las reglas y dejar en claro que la que manda soy yo.
Tienes años frenando o complicando mi vida cuando menos me lo espero; precisamente cuando creo que lo tengo todo; no es que pueda andar sin ti, eres parte de mí y admito que me has librado de sinsabores importantes, me has hecho quererme y valorarme, me has movido cuando menos deseo hacerlo y me has recordado lo mucho que tengo para dar aun cuando yo misma lo he dudado. Pero quizá te he alimentado tanto, que de pronto apareces y en lugar de ayudarme, me descompones, me haces perder lo que he logrado y me haces dejar de disfrutar lo que me ha costado llegar a tal lugar, incluso a veces eres tan grande, que me haces alejarme de lo que amo por sentir que merezco más. Admito que no es que sea tu culpa, esa es tu labor: hacerme sentir grande; pero la mía es contenerte. Admito que en ocasiones te he puesto en sitio muy alto, uno en el que te vuelves peligroso, uno en donde me pones en riesgo; por eso vamos a detallar algunas reglas nuevas:
- De ahora en adelante, no dejaré que tu voz silencie la mía.
- De ahora en adelante, no tendré reparo en guardarte.
- De ahora en adelante, yo estoy a cargo; y cuando digo yo, me refiero a la mujer sencilla, divertida, asertiva, objetiva y soñadora que soy.
- De ahora en adelante, te buscaré cuando sea necesario.
- De ahora en adelante no permitiré que nubles mis relaciones, mis pasiones, ni ningún momento del día.
Pero no te preocupes, ten por seguro que no te descuidaré, estaré atenta a alimentarte, a cuidarte y protegerte desde la aceptación, el perdón y el amor propio; y no desde el rencor, la ira o la insatisfacción; te mantendré vivo, calientito y contento dándote lo que necesitas para estar sano; pero no te permitiré que te conviertas en un tirano.
Te agradezco que hayas estado conmigo y que no me sueltes en ningún momento; pero Ego, te lo digo en serio: “necesitamos un tiempo”.
