
¿Podemos ser amigos de nuestra pareja?. En una de mis muy enriquecedoras conversaciones con mi maestra y amiga Adriana Maciel, le conté que iba a escribir sobre la amistad en las relaciones de pareja; mi inconsciente romanticismo le afirmó que el elemento indispensable para una relación sana es la amistad, a lo que ella replicó “no necesariamente”. Como siempre, intercambiamos argumentos y me dejó pensando, por lo que inmediatamente inicié mi investigación.
Si bien es cierto que hay muchas clases de amigos, no hay nada más bonito que tener a un amigo sincero, porque a los que queremos de verdad no los juzgamos, simplemente los aceptamos y lo mejor es que es recíproco, así que como no nos quieren cambiar, nos sentimos cómodos junto a ellos. En ese sentido, sería increíble ser amigos mientras somos pareja, de este modo podríamos comportarnos tal como somos y al mismo tiempo respetamos la forma de ser del otro y viceversa. Sin embargo, Arnold A. Lazarus, -quien fue considerado como uno de los diez psicólogos más influyentes en Estados Unidos-, publicó en 1985 su libro Mitos Maritales, en donde expresa que “existen una serie de creencias generalizadas sobre la pareja, es decir, ciertas afirmaciones que contienen una parte de verdad, pero que, llevadas al extremo, pueden desequilibrar la relación”; y explica que “una de ellas es la de que quienes forman una pareja, deberían ser también los mejores amigos”. Y es que cargarle a nuestro compañero la tarea de ser, además, nuestro único amigo o amiga, puede resultar fatal en el sentido de imponerle altas expectativas a la ya complicada ecuación de la vida en pareja. Por otro lado, la enorme cantidad de libertad que conlleva la amistad, puede convertirse en un arma de doble filo para la vida en pareja.
Si bien es cierto que ser amigos de nuestra pareja es crucial, también lo es que cuando sentimos que amamos románticamente a una persona, la diferencias entre ambos sentimientos saltan a la luz. Como lo describió el escritor argentino Jorge Luis Borges en una de sus entrevistas: “la amistad no necesita frecuencia, el amor sí; la amistad puede prescindir de la confidencia, el amor no”. Lo que quiero decir, es que sí hay diferencias entre el amor y la amistad, pero si juntáramos estos dos enormes sentimientos, abrazando las cualidades que cada uno tiene para potenciar nuestra relación amorosa, dicha relación se volvería invencible.
Por ello, creo es fundamental que la amistad exista en las relaciones de pareja, pero es vital también crear un espacio propio con nuestros amigos independiente de nuestra relación, porque tal como publicó el periódico La Vanguardia al respecto de la amistad: “la libertad de expresarnos, el deseo mutuo de cooperación y no de competencia; la disponibilidad para escuchar y apoyar cuando surgen las dudas y los conflictos; la valoración de cualidades y logros; la aceptación de las debilidades y errores«, entre muchísimo otros elementos, hacen de nuestros amigos nuestros verdaderos salvadores». El Dr. William J.Bennett lo expresó de forma bellísima en su magistral recopilación de historias, cuentos, poemas y fábulas: «El Libro de las Virtudes». En la introducción sobre la amistad explica que “las exigencias de la amistad -franqueza, apertura, capacidad de tomar las críticas de los amigos tan seriamente como sus elogios, lealtad y asistencia al punto del autosacrificio- son potentes estímulos para la maduración y el ennoblecimiento moral del ser humano”. Pero lo más significativo es que afirma que “tener amigos es sólo la mitad de la relación, ser amigo es a menudo lo más importante para nuestro desarrollo”. ¡Me encantó!, porque más allá de tener amigos, debemos serlo para convertirnos en mejores personas.
Retomando el título de este artículo, mi hipótesis es que sí, la amistad es la heroína del amor. Pero ojo, no únicamente porque la amistad entre dos amantes pueda salvar la relación, sino porque los amigos que tenemos fuera de ella nos hacen más fuertes, más pacientes y comprometidos. Básicamente nuestros amigos nos hacen más felices, y cuando uno es feliz más allá de la vida en pareja, todo fluye mucho mejor dentro y fuera de ella.