La Construcción de la Confianza

Para algunas personas es más fácil construir la confianza personal que para otras. Puede ser que cumplan cabalmente con el estereotipo del éxito,-quizá se ven como modelos, tengan el entorno, el poder o el dinero que empatan esa imagen-; o quizá han encontrado cómo identificar sus carencias y promover sus talentos. Pero en general, no es nada fácil construirla; hacerlo es un un camino que vamos armando al andar y que por duro que parezca, dependerá más de nosotros mismos que de cualquier persona o circunstancia  que se cruce por él. 

Lamentablemente, a veces la sociedad no ayuda a aquellos que no la tienen per se; la activista Brittany Packnet afirma que “premiamos la confianza que tienen algunos y castigamos la que tienen otros”. Soy un claro ejemplo de ello, entre los 12 y 15 años mi confianza personal no era fuerte y no recuerdo a nadie, que no fuera de mi familia, ayudándome en el proceso; quizá por eso me importa el  tema, porque lo conozco de cerca y se que es duro no sentirse bien con uno mismo o sentir que no formas parte. Como fanática del cine y madre de 3 hijos, he visto todo tipo de películas animadas; una de las trilogías más poderosas por su mensaje global es Kung Fu Panda; me encanta que exponen lo que para mi representan las tres etapas fundamentales en la construcción de la confianza: aceptarnos como somos, reconciliarnos con nuestro pasado y enseñar a otros. Jonathan Aibel y Glenn Berger, -guionistas de la trilogía-, se la rifaron con frases como: “no hay un ingrediente secreto” o con que “lo único que importa es en lo que tú decides convertirte”. Me parece que todos libramos diferentes batallas para re encontrarnos una y otra vez; así que el paso número uno para vivir en armonía es aceptarnos tal cual somos;  por otro lado, abrazar nuestro pasado nos dejará espacio para vivir el presente; y por último, compartir nuestro aprendizaje con otros, termina por cerrar el ciclo de lo que como seres humanos venimos a cumplir: trascender a través del servicio a los demás; porque como dijo Einstein: “una persona comienza a vivir cuando puede vivir fuera de sí mismo”.  

Sin embargo la inseguridad es un tipo de sombra que aparece de vez en cuando, nos acecha, y sin previo aviso, se abalanza sobre nosotros justo cuando creíamos que dominábamos el juego; para contrarrestarla, convendría jugar con Jack Frost. En la película El Origen de los Guardianes, Frost es el menos experto e inseguro de los Guardines, a diferencia de Santa Claus,  el Conejo de Pascua, el Hada de los Dientes o Meme, él no confía en su talento: aprender a ver el lado divertido de las cosas; en pocas palabras tiene la habilidad de no tomarse la vida tan en serio pero él “no se la cree”.

¿No sería increíble no tomarnos tan a pecho la aparición de la inseguridad? Es decir, sería idílico que desde el día uno tuvieramos la conciencia de que no podemos hacerlo todo bien, que nuestros talentos pueden diferir de los de los demás, que somos perfectos tal cual somos o que no se trata de pertenecer sino de aceptarnos; pero como no siempre es así, quizá aprender a reírnos de nosotros mismos y no darle tanta importancia al deber ser, nos ayudaría a apropiarnos poco a poco de la confianza que a veces parece desaparecer. Después de todo, tal como decía Charles Chaplin: “Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima”.  

¡Quizá esa sea la clave: relajarnos mientras moldeamos nuestra autoestima!.

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