Me tardé años en seguir mi pasión por la escritura porque pensaba que se necesitaba talento. Ahora sé, que necesitaba empezar para desarrollar mi talento; más allá de las letras, ¿cuántas cosas hubiera podido hacer si no me hubiera limitado esa palabrita?. Y es que es increíble nacer con cierto don, no hay duda que si lo tenemos en un regalo, pero habemos personas menos “afortunadas” a las que no se nos nota inmediatamente, y no está mal. Además, ¿quién dice quién es talentoso y quién no?.
Hay muchos ejemplos famosos en este sentido: Bohemian Rhapsody fue rechazada por EMI y otras disqueras, antes de convertirse en el 3er sencillo más vendido en la historia de Inglaterra, -incluso Elton John aseguró que sería un fracaso-. A la madre de Edison le mandaron la siguiente nota de la escuela: “Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela.» Se dice que cuando su madre murió, Edison encontró la nota y lloró por horas, pero después escribió en su diario: «Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por madre heroica se convirtió en el genio del siglo”. Vincent Van Gogh vendió un solo cuadro mientras estuvo vivo, Darwin fue catalogado como “alumno mediocre”, a Walt Disney los despidieron por “falta de imaginación” y a Steven Spielberg lo rechazaron varias veces en la Escuela de Artes Cinematográficas. Entonces, ¿quién es el juez del talento?, ¿lo son los críticos?, ¿los colegas o maestros?, ¿el público?. En todo caso el asunto es que darle mucha importancia a esas sentencias, -especialmente al principio-, nos puede provocar mareo, es decir, nos la creemos demasiado; o bloqueo porque “ellos” dicen que no somos suficientemente talentosos.
En el ámbito de la escritura se dice que eres escritor cuando escribes un libro, entonces ¿no soy escritora aunque escriba todos los días?, yo creo que sí, -al menos eso dice mi corazón-. En este sentido, amé la frase de la escritora argentina Hebe Uhart “no se nace escritor, se nace bebé”, ¡qué risa me dió escucharla!, aún ahora, me brinca una sonrisa mientras la escribo porque es genial. Pensamos que Borges, Márquez, Cortázar o Fuentes nacieron con la pluma en la mano, pero nacieron bebés y no, no traían la pluma en la mano. Claramente hay personas que por su entorno o habilidades natas, tienen ese “no se qué” que los hace extraordinariamente notorios desde pequeños, no cabe duda que hay gente virtuosa; pero el tema de hoy no son ellos, sino los que no lo tenemos tan “desarrollado” y usamos la palabra talento como un pretexto para no hacer las cosas; lo que quiero decir es que a veces ni siquiera sabemos definir qué es el talento, pero asumimos que no lo tenemos; evidentemente no se puede ser talentoso en todo;yo jamás podría tocar ni “los changuitos” en piano, pero mi punto es que darle demasiada importancia a ser talentoso nos limita; porque además, incluso aquellos denominados virtuoso o talentosos no lo son por simple naturaleza, en todos, pero todos los casos, a esa suerte le siguieron horas de práctica. Estamos tan acostumbrados a ver el producto final, que nos cegamos ante el trabajo que hubo detrás, entonces decimos “es que tal persona sí tiene talento”. Puede ser que sí, pero hay más trabajo que talento implícito en su éxito.
Las trampas del talento radican en: pensar que quienes logran el éxito nacieron con él, sentir que no tenemos ninguno, que están limitados a ciertas áreas o asumir que tenerlo es sinónimo de no esforzarse porque basta con él. Decidir “no tengo talento” sirve solo para una cosa: justificarnos para no hacer algo que teníamos ganas de hacer. Porque vamos siendo sinceros, el talento puede verse de muchas maneras, lo que para mí puede ser una obra horrenda, para otra persona puede ser una idea muy creativa; el punto es no clavarnos demasiado en ser o no talentosos, sino en ser lo suficientemente apasionados para mantener nuestra motivación pese a que siempre habrá alguien mejor que nosotros.
Una cosa es tener el talento y otro formarlo, así como escribí que la creatividad está sobrevalorada, creo que el talento es el ganador en los peldaños de idealización, por eso pensar que sólo hasta que lo tengamos haremos tal o cual cosa en ocasiones nos impide movernos; mejor hablemos de lo importante que es desarrollar nuestra creatividad o de lo vital que resulta alimentar nuestras habilidades; te prometo que cuando lo hagas, sin darle tanta vuelta, descubrirás que justo ahí estaba tu talento.