Sin la Crítica, Mafalda Vendería Lavadoras

Hace algunas semanas empecé a escribir en este espacio. Tenía todo listo: fotos, textos, redes, y cuando estaba a punto de pulsar el botón de “publicar”, sentí miedo. Era la primera vez que expondría mis ideas y sabía que a partir de ese momento abriría la puerta a muchas y distintas opiniones. Esto me hizo pensar que le tenemos tanto miedo a la crítica, que a veces nos paraliza. No creo que exista alguien 100% inmune a ella, pero es un hecho que hay quien lidia mejor y que incluso le saca provecho. 

Ron Howard, director, escritor y productor de películas como “American Graffiti”, “Cocoon”, “Apolo 13”, “Una Mente Brillante”, “Horizonte Lejano”, entre otras, ha destacado por contar diferentes géneros, largometrajes, documentales y programas de televisión de forma exitosa. Es parte de los directores y productores de Hollywood ganadores de premios como el “Oscar” y  sus obras lo catapultan como blanco fácil de este tema. Comparto con él la idea de que “la crítica no es agradable, pero viene con el puesto”, es decir, la crítica es una consecuencia natural de hacer cosas. Tenerlo en mente nos permitirá reconocer que si bien puede doler, no nos destruirá; y es que podemos llegar a ser muy susceptibles a ella, es más, probablemente recordemos con mayor claridad una crítica que un cumplido. Supongo que de lo que se trata es de dimensionarla, porque si bien es cierto que puede sumar, no siempre es bien intencionada. Sin duda las mejores críticas vienen de frente; si sabemos apreciarlo, nuestros críticos pueden convertirse en los mejores aliados. Lamentablemente los topes que nos ponemos ante ella no siempre tienen que ver con procesos creativos, también con lo más mundano nos lo pensamos dos veces antes de actuar. Con pesar lamento por ejemplo, no haber asistido a la boda de una queridísima amiga a la que no había visto por años, sólo por el hecho de haber ganado unos kilitos de más. ¿Será que nos ocupamos demasiado de las opiniones de personas que no conocemos o a las que no les importamos?, porque es claro que a mi amiga poco le hubiera importado la talla de mi vestido, y al resto de los invitados, ni los conocía. ¿Qué dirán de mí?, ¿qué pensaría Zutano?, ¿se enojará Mengano?, ¿que haría Perengano? Cuánto tiempo perdemos pensando en estas y otras preguntas que para colmo ni a Zutano, Mengano o Perengano les importan. Seguramente ellos están ocupados preguntándose lo mismo.

Es irónico cómo hemos convertido un motor en un freno, sin la crítica nada mejoraría, nadie podría ver más allá de sus narices y siempre pensaríamos que vamos bien. El poder de criticar es tan fuerte en positivo, que al convertirse en un movimiento social puede cambiar el mundo. Uno de los personajes más icónicos al respecto es Mafalda. De niña solía hojear los libros que mis papás tenían sobre ella, y sin saber que detrás estaba Quino, me preguntaba de dónde sacaba tantas ideas una pequeña de 6 años. Si Mafalda no se hubiera atrevido a criticar la vida, habría pasado sus días en un panfleto para promocionar productos electrodomésticos, –eso fue lo que la compañía Mansfield le había encargado a Joaquín Salvador Lavado en primer lugar–; la campaña publicitaria jamás se llevó a cabo, en su lugar se convirtió en una historieta sobre una niña de clase media con una actitud comprometida ante el mundo. Parece que a pesar del miedo que nos provoca, la crítica nos hace crecer porque nos confronta.

Retomando el miedo que nos provoca ser criticados, pienso que los mexicanos tendríamos mucho que enseñar sobre este tema; por ejemplo, mientras el mundo entero le teme a la muerte, nosotros somos famosos por la fiesta que hacemos alrededor de ella. Cada año la celebramos, la vestimos y le ponemos flores; ¡qué extraño resulta entonces que nos dé miedo ser juzgados por simples mortales!

Voto porque abracemos esa valentía y permitamos que la crítica nos visite; ofrezcámosle un tequila, platiquemos con ella y dejemos que la crítica mal intencionada nos haga cosquillas.

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