¿Tenemos lo que construimos?

Tengo dos hijos adolescentes y las conversaciones se han vuelto una delicia. Recientemente mi hija me preguntó que porqué le contestaba a una amiga de la que me ha oído quejarme que habla mucho; le contesté que “porque es mi amiga”, me miró con ojos de hastío y me dejó pensando en lo que eso significaba. 

Días después le expliqué lo que para mí representa que tenemos lo que construimos, por ejemplo, si le dedicas tiempo a estudiar, construirás conocimiento; si le dedicas tiempo a crear, innovadoras; si le dedicas tiempo a la gente que quieres, construirás relaciones duraderas; si le dedicas tiempo el deporte, serás más sano; en fin… Solemos decir que cada cosa o persona a la que dedicas tiempo florecerá, pero ¿en verdad es así?  Creo que los florecimientos no siempre suceden por dos razones: o dejamos de intentarlo, o no cosechamos lo que sembramos porque no fué recíproco. 

En este sentido, me pregunto ¿por qué dejamos de construir lo que un día tuvo valor para nosotros?, creo que sucede por elecciones personales producto de nuestro caminar y de cómo cambiamos de ideas o intereses conforme crecemos; sin embargo, no deja de sorprenderme como en ocasiones nos influye las opiniones de otras personas, especialmente me sorprende el tipo de gente que ve como malos ojos lo que tienen los demás, -porque siempre las hay-; es como si les diera coraje o envidia lo que otros han logrado sin darse cuenta que hubo un precio que pagar por ello. Es decir, si optamos por dedicar nuestro tiempo a algo o a alguien que otra persona no aprueba, no faltará el que diga “ya es demasiado”, “para que le hablas”, “qué flojera”, “que complicado”, “yo no haría…”. Este tipo de comentarios “bien intencionados” en ocasiones nos hacen dudar de nuestras  elecciones y de nuestras relaciones; ¿no sería increíble que en lugar de desaprobar, las personas nos preguntaran ¿porque lo haces, dónde está el gozo, qué buscas lograr, cómo te ayudo?, sería padrísimo porque las respuestas lejos de simplemente saciar la curiosidad del que pregunta, también nos ayudaría a replantearnos nuestros esfuerzos de ser necesario. Por otro lado, estoy convencida de que aquellos que están trabajando para llevar una vida propia, sin ataduras ni dependencias emocionales, no se anda fijando en qué hacemos y con quién lo hacemos; si les importamos se interesarán y es muy lindo que pregunten, rodeemos más de esas personas, y menos con las que tienen mucho que juzgar sobre nuestras decisiones; acerquémonos a quienes con franqueza nos dicen lo que piensan desde la libertad y no desde la crítica o el chantaje. 

¿Pero qué pasa cuando invertimos y no se logró la construcción?, es una afirmación profundamente utópica que todo esfuerzo tendrá un fruto, o mejor dicho, es un mito que todo esfuerzo, tendrá el fruto que esperábamos. En ocasiones le dedicamos tiempo y  esfuerzo a proyectos o personas que no jalaron o no fueron recíprocos, si nos llega a pasar, no nos desanimemos, con el paso del tiempo, encontraremos nuevos terrenos, nuevos amigos, nuevos vecinos, nuevos amores, nuevos colegas, nuevos proyectos; lo que creo que debemos de cuidar en este aspecto es no amargarnos, no le suframos mucho a las construcciones caídas, después de todo, no hay más que remover los cimientos y volver a empezar con mucho más conocimiento que el que teníamos antes. La pregunta clave sería ¿cuál fue el aprendizaje? No sería maravilloso dedicarle menos tiempo a sentenciar los resultados, o más a respondernos ¿cuál fué el aprendizaje?, de ese modo no tendríamos miedo de invertir, pero sí le echaríamos más ojo a qué y a quiénes le dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo.Entonces, ¿tenemos que construimos?, yo creo que no siempre, pero aún así podemos rodearnos de fabulosas experiencias y aprendizajes. 

Retomando el evento con mi hija, me hizo recordar el costo que tiene una construcción firme, es decir, en ocasiones toleramos ciertas conductas porque amamos a una persona o porque el costo/beneficio es infinitamente favorable, en este caso, puedo afirmar que ambas tenemos lo que construimos juntas: yo tengo una amiga que habla mucho a la que escucho porque ella se ha dado el tiempo de estar sin juzgar, y ella tiene en mi una amiga incondicional; sin embargo, mi hija terminó enseñándome que para ella era imposible ver eso, porque lo que me ha oído decir en voz alta es que habla mucho, (ése asunto es motivo de otro artículo). 

Así que sí, la vida está hecha de esas pequeñas construcciones que hacemos, las vamos edificando con cada mensaje, con cada llamada, con cada evento al que asistimos, con cada conversación en la que pusimos atención, con cada detalle que recordamos o con cada hombro que prestamos y que nos prestaron. ¡Qué bonito es cuando la construcción es en conjunto!, pero si nuestra inversión no rindiera frutos para una construcción en común, nunca serán una pérdida, mientras nos preguntemos ¿cuál fué el aprendizaje?

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