«Cómo mantener tu identidad como mamá, reflexiones personales sobre la maternidad y el autoconocimiento»
Querida Yose:
Yo, que soy tú antes de ser madre, te cuento que te encuentro cambiada. No cabe duda que te ha sentado bien tener hijos, ¿pero 3?, bueno…la idea inicial era tener 4; llegaron los 3 que tenían que tenían que llegar a éste plano terrenal y no es por darte alas, pero lo estás haciendo bien.
Sí, lo estás haciendo bien y sé que sabes que no es un asunto únicamente tuyo; eso de ser mamá es la suma de tu esposo y su familia, tu propio clan, otras mamás y muchas manos que te han sostenido. Pero hoy te quiero hacer notar el elemento sorpresa de todos los días: tu hijos. Lo primero que quiero decirte es que tus hijos hablan por sí mismos sobre lo complejo que es saber cómo hacerlo con cada uno; parece que entre otras muchas lecciones, vinieron a enseñarte el poder de las diferencias entre los seres humanos. Cada uno tiene su estilo, sus retos, sus cualidades y propia forma de ver el mundo. ¡Qué lección tan grande ha sido aprender respetar a cada uno!; pero sobre todo, entender que no existe eso de la fórmula secreta. Tus hijos te han enseñado que ese absurdo intento del ser humano por clasificar o calificar es solo eso: un mero intento. Cada uno de tus hijos tiene su voz y la están usando. Bien por ellos y bien por tí, que pese a tener un lado controlador, has ido aprendiendo a dominarlo para oír esas voces que en muchas más veces de la que te gustaría, los guían hacia lugares que tú desconoces. Qué bueno que tienes esa capacidad de adaptación y ese deseo genuino de aprender; no hay duda que te han ayudado a librar esas pequeñas y grandes batallas de todos los días.
Antes de seguir, y por que sé que te lo preguntas, te respondo de una vez: sí…sí te vas a equivocar, ¿quién no?pero te recuerdo que tu infancia tuvo sus retos, libraste tus batallas y aquí estas; ten confianza que ellos tendrán que librar las suyas y seguirán adelante a pesar de tus “errores”. En el fondo, sabes que lo único que realmente necesitan es que estés presente, que los acompañes, con la suficiente firmeza y con la suficiente flexibilidad que te caracterizan. Esa dualidad tuya resulta ventajosa en este caso.
Una vez aclarado que lo estás haciendo bien; te confieso que esta carta no es precisamente sobre tu maternidad, lo que quiero recordarte es que antes de ser mamá eres tú. Lo que quiero decir es que el rol de mamá no te define por completo, es una parte, -quizá una de las más importantes-, sin embargo, vengo a “cantarte” para que recuerdes que dentro de “tu yo de mamá”, está “tu otra yo”; ¡aquí estoy!, cuídame, recuérdame, aliméntame y sobre todo, déjame salir. No me dejes escondida porque “no quepa en el molde”. Te digo que te quiero cantar porque sé que así me vas a encontrar; canta, baila y ríe; ese es mi alimento porque esa es es mi esencia y por ende la tuya. Si mi solicitud no fuera suficiente, hablaré de nuevo con el lenguaje que domina tu pensamiento hoy en día: ¡tus hijos también necesitan ver esa otra tú!, no los dejes conocer sólo esa faceta, ni te creas que es todo lo que eres.
Tranquila, no eres rara, no eres la única a la que pasa ( aunque probablemente no todas lo admiten – o saben), te cuento que en un estudio titulado: “La identidad materna y la pérdida del yo: Un análisis de las experiencias de las madres en la sociedad contemporánea” publicado en la Revista de Psicología y Sociedad en el 2023, explora cómo la maternidad afecta la identidad personal de las mujeres; este fenómeno, descrito por varias participantes, como una ‘pérdida de la esencia’, se manifiesta a través de sentimientos de invisibilidad y sacrificio personal especialmente cuando los hijos crecen. Por otro lado, la investigación de Sharon Hays sobre el «cuidado intensivo» explicado en su libro «The Cultural Contradictions of Motherhood» argumenta que las madres modernas enfrentan expectativas contradictorias de ser tanto dedicadas como independientes.
Yo sé que tu sabes de estos temas, que les hablas y los promueves; me consta tu encrucijada y la contradicción que has vivido como bien explica el estudio de Hays; también he sido testigo de tu búsqueda por empatar con otras madres que crees que se enfrentan a tu misma disyuntiva y lo frustrante que ha sido para ti que la zona de confort siga dominando; observo tu análisis internos sobre la fuerte presión social que implica el rol de madre y en contraste, el poder del matriarcado que tanto gusta y alienta la sociedad mexicana. Precisamente porque es un tema sociológico inmenso, me voy al origen: necesitas reconectar conmigo, con “tu yo” de antes de ser mamá. Lo intentas, lo sé, lees, escribes, nadas, haces yoga, montas, y está muy bien; mi llamado es a hacia “ser” y no sólo “hacer”; ¿y qué es eso?, hacer es enfocarte en acciones concretas y ser es justo lo contrario: hacer menos para autoexplorarse. En resumen: haz menos y sé más.
Para hacer menos y ser más tú sabes que la meditación es ideal; también escribir y dejar salir esas ideas y cuestionamientos que te permiten ir adentro. Por otro lado, y aunque suene rudo: aléjate de la gente que te ve sólo como mamá. Mantente cerca de las mujeres que con aceptación y sin juicio observan e incluso participan curiosas de “tu yo” antes de ser mamá.
Por último te confieso que no estoy preocupada, siempre has sabido volver a mí, me encontrarás aunque de momento me pierdas; lo has hecho antes y no me cabe duda que sabrás dar los pasos que te lleven hacia donde nacen mis cantos.
Te abrazo con amor y admiración.